En Madagascar ha comenzado la campaña electoral para las elecciones municipales previstas para el 11 de diciembre de 2024. Si varios candidatos ya habían tomado ventaja en las últimas semanas al reunirse con sus votantes este martes, no hay duda: la "propaganda" -como se la llama en la isla- ha comenzado bien. Durante todo el día, las principales ciudades del país vibraron al son de los sistemas de sonido instalados en las caravanas partidistas, ante la indiferencia de muchos ciudadanos.
En la comuna de Alasora, los himnos de los candidatos resuenan al paso de las caravanas. Joachim Ravolaharmanana, candidato independiente, tiene 35 años y es el más joven de los cinco candidatos de su municipio. Y tiene la intención de convertirlo en un activo para traer vientos de cambio. En este primer día de campaña, el objetivo para él es darse a conocer.
«Hoy vamos a recorrer los 20 barrios del municipio. Y durante los 21 días [que dura la campaña], intentaremos propagar nuestras ideas, nuestros valores y nuestro programa», explica.
Un programa basado en la promesa de una mejor gobernanza. «Hemos notado que hay mucha corrupción en nuestro municipio y por eso tenemos el deber de luchar contra ella porque las víctimas son poblaciones vulnerables».
Cuestionado sobre su forma de hacer campaña, que en última instancia no es muy diferente de la de sus competidores, el candidato se justifica: «Tener altavoces, encender el sistema de sonido, distribuir camisetas a tus seguidores, eso es parte del juego...»
Al costado de la carretera, Sarobidy, una lavandera, ya ni siquiera levanta la vista para ver qué candidato pasa delante de ella. «Ni siquiera sabía que hoy empezó la propaganda. Mi preocupación es ganar dinero. Y saber dónde puedo encontrar agua hoy. Y aunque hubiera querido informarme de política, hace mucho tiempo que no tenemos electricidad por la noche para poder ver la televisión o escuchar la radio. De todos modos, ya no tengo esperanzas en la política. Todas estas personas que marchan allí no conocen la dificultad de nuestras vidas. Esta elección no cambiará nada para nadie», lamenta.
En la ferretería frente a la que se detuvo el convoy de otro candidato, Hery, fontanero, mueve la cabeza con desaprobación. «Si creen que tenemos tiempo, podemos ir a bailar con ellos y divertirnos», dice, ocupado buscando una nuez. «Francamente, hay que mirarnos un poco», le dice al cajero, quien le responde con una sonrisa de complicidad.
Para obtener uno de los 1,695 puestos de alcalde disponibles, los candidatos deberán abordar las verdaderas preocupaciones del pueblo malgache y luego convencerlo de que acuda a las urnas. Un programa muy ambicioso.
• Reporte realizado por RFI.
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