Como el mar Mediterráneo, el de Andamán, que limita con Myanmar, Tailandia e Indonesia entre otros, también se ha convertido en un cementerio humano. Más de 170 personas están desaparecidas y se dan por muertas tras el hundimiento de su barco, alertó el martes a la 'AFP' un activista en contacto con los supervivientes de la tragedia.
Según este defensor rohingya afincado en Rangún (Myanmar) que habló de forma anónima, «sólo seis rohingyas, entre ellos dos mujeres, sobrevivieron de las 177 personas a bordo». A principios de este mes, según informes, tres barcos zarparon de la ciudad de Buthidaung en Rakhine, donde viven alrededor de 600,000 rohingya.
Al parecer, uno de ellos zozobró frente a la costa sur de Myanmar el miércoles pasado. En un comunicado de prensa publicado el lunes, la Organización Rohingya Birmana del Reino Unido (BROUK) explica que los seis supervivientes «se aferraron a los escombros durante días», antes de ser «rescatados por un barco extranjero y entregados a la marina birmana».
Este nuevo drama es «un recordatorio brutal del fracaso colectivo del mundo a la hora de proteger a un pueblo perseguidoy la consecuencia directa del genocidio en curso», denunció Tun Khin, presidente de la asociación británica. Los refugiados huían de la persecución de la junta militar, en el poder desde febrero de 2021. Pero la minoría rohingya lleva décadas sometida a un régimen de apartheid en Myanmar, según 'Amnistía Internacional'.
Cada año, miles de personas intentan llegar a las costas de Malasia e Indonesia, arriesgando sus vidas. Más de 2,500 rohingya llegaron en barco a la provincia autónoma indonesia de Aceh, al norte de la isla de Sumatra, entre enero de 2023 y marzo de 2024, según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados. Esto es tanto como en los últimos ocho años para todo el archipiélago de Indonesia.
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