El teatro electoral en EEUU es viejo, pero siempre lo renuevan, con nuevos actores y nuevos espectáculos.
Cuenta con dos partidos y dos candidatos presidenciales, ambos tutelados y manipulados por facciones del gran capital recolonizador, por el enorme negocio de las armas y de las guerras, y el poderoso y alienante sistema de comunicación.
El Partido Republicano (PR) y el Demócrata (PD) son instrumentos de un poder oculto que maneja los poderes permanentes y los poderes temporales dominantes.
Los poderes temporales son sometidos periódicamente a votaciones manipuladas por un enorme flujo de dinero y por influyentes medios de comunicación fabricantes de mentiras y medias verdades.
Los poderes permanentes, no se eligen. Se trata de poderosas corporaciones capitalistas, fuerzas armadas y policías de alto calibre, iglesias conservadoras, medios de comunicación, centros élites de investigación, educación y promoción ideológica-cultural.
Los poderes temporales son el ejecutivo, el legislativo, y judicial que se escogen a través de votaciones directas o indirectas a través del PR y el PD, ambos dominados por los mega-capitalistas.
Esos intereses estuvieron y están detrás de Trump y Kamala, al parecer con ciertas fracturas internas.
Todo eso tiene un centro articulador con mecanismos de control a cargo de las elites del complejo militar-industrial, de los bancos de negocio, de la industria informática, de las academias y centros de investigación, de los medios masivos de comunicación y redes sociales, y figuras relevantes de la llamada clase política y la intelectualidad sistémica.
Un poder profundo y oculto, que domina EE UU y una parte importante del mundo; operando, por un lado, como gobierno mundial en el plano internacional y, por el otro, como supra-estado de EEUU.
En el marco de la crisis, de la descomposición y decadencia de la civilización capitalista occidental, una parte importante de ese poder ha optado por compactar el ultra conservadurismo en una de las variantes fascistoide o neofascista del sistema político estadounidense,
Escogieron como figura electoral a Donald Trump y como plataforma al PR, convirtiéndolo en un partido trumpistas; y, ante las dificultades que presentó el pasado intento de reelección de ese proyecto neofascista, reforzaron su determinación de volver a tomar por esa vía el gobierno y el Estado, empleando mucho más recurso.
La nueva señal la dio Elon Musk, propietario de una fortuna 2,444 millones de dólares (el más rico de todos y con algunas características parecidas a Trump). Otros han dado señales a medias y los demás siguen ocultos.
Hay quienes desde el campo contrario afirman que Musk compró las votaciones, pero realmente el tema es mucho más profundo y más complejo que eso.
Es un proyecto concebido como respuesta de fuerza a la creciente ingobernabilidad e ilegitimidad del tradicional modelo político seudo-liberal de dominación.
Ahora no hubo convulsión porque ganaron…pero la verdad es que esos tipos no creen ni en las farsas electorales: cuando ellas no les sirven... la desechan.
Esto marca un giro mayor hacia el interior de EEUU hacia la hegemonía del ultraderechismo fascistoide, con sus consiguientes perversos impactos en nuestra América y el mundo.
El fenómeno neofascista es mundial y se está dando a grandes rasgos de una forma que es necesario examinar con más detenimiento. Procuraremos hacerlo en próximas entregas, incluyendo sus influencias en la región latino-caribeña y su relación con el despliegue de la guerra global infinita a cargo de la OTAN y sus capítulos más relevantes en el presente mundial.
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