Emmanuel Macron lo apostó todo, y perdió.
Tras un desempeño rídiculo en las elecciones europeas donde la ultraderecha le dobló en votos, el partido del presidente francés, Renacimiento, ha terminado crucificado este Domingo en las urnas tras unas elecciones con récord de participación y de desplome del voto al líder neoliberal.
La apuesta del presidente era clara: frente a la derecha que amenaza nuestra democracia y la izquierda 'social-comunista' que amenaza nuestro sistema capitalista, votadme a mí, que soy la alternativa.
Entre el caos (todos los demás) y Macron, el pueblo eligió el caos.
La victoria de la extrema derecha francesa es el resultado del largo deterioro de las condiciones de vida de los ciudadanos por las políticas neoliberales austericidas, y la perdida progresiva de la legitimidad del gobierno, cuyo programa de recortes de derechos y conquistas sociales fue minando las bases electorales que se movían entre las opciones "tradicionales", permitiendo el auge de Agrupación Nacional, una organización política radical-populista de derechas, con un programa de gobierno maquillado para salir de la irrelevancia y conectar con la población cansada y hastiada de un gobierno ineficiente.
Es también consecuencia directa del empuje que están teniendo las extremas derechas en todo el mundo, en especial en Europa después del estallido de la guerra en Ucrania, que ha sido utilizado por la extrema derecha para ganar adeptos con un discurso de no gastar más dinero en una guerra ajena mientras en sus respectivos países los ciudadanos pasan frío, hambre y ven empeorar su calidad de vida.
Tampoco podemos ignorar el papel del presidente ruso Vladímir Putin en todo esto. El líder ruso ya financiaba al partido fascista VOX en España, tuvo contactos con el partido neonazi AfD de Alemania y se asoció con la extrema derecha gobernante en Polonia (cuando estaba en el poder) y en Hungría de la mano de Víktor Orban.
También ha coqueteado con la propia Agrupación Nacional de Marine Le Pen, aunque esto no ha sacudido las proyecciones de crecimiento de la formación.
Respecto de Macron, para no perder el hilo, solo podemos calificarlo del Caballo de Troya perfecto que permitió que las estrellas se alinearan en favor de los radicales de derechas. Nunca un político había hecho sucumbir tan rápido a un país frente a los patriotas de pulserita como lo ha hecho él.
Quizás en la mente de Macron aquello del adelanto electoral tras las elecciones europeas sonaba bien: el país saldría en rescate del barco democrático a la deriva frente a quienes intentan hundirlo. Pero en realidad ha sido todo lo contrario. La gente se ha dividido entre quienes se posicionaron del lado de la extrema derecha y quienes tomaron los botes salvavidas para intentar resistir. Mientras tanto, Macron y los suyos seguirán prolongando la agonía de todo un país que sucumbe frente a la expresión más salvaje del sistema imperante en el mundo.
Desde Unix seguimos creyendo que solo existe una forma de parar a los fascistas y es como dijo alguna vez la exministra de Igualdad de España, Irene Montero: ¡A los fascistas se le para con más derechos!
Se frena a la ultraderecha con un programa de justicia social que ponga fin a los privilegios de la casta capitalista mientras se recuperan tanto la legitimidad del Estado y sus instituciones como los derechos perdidos debido a los retrocesos propiciados por la derecha neoliberal. Y para ello es necesario una izquierda (e incluso alguna derecha) con una consciencia social y democrática clara que sea capaz de llamar a las cosas por su nombre y ofrecer soluciones que permitan a los ciudadanos curarse del cáncer que representa la ultraderecha.
Entre Macron y el caos, la gente ha elegido el caos. Pero también hubieron muchos que eligieron votar por la esperanza de preservar su democracia, su libertad y sus derechos. Gente que no tienen miedo de manifestarse contra el fascismo y el totalitarismo post-hitleriano. Personas que solo tienen un objetivo: hacer justicia social, defender la verdadera historia de los pueblos y naciones oprimidas y denunciar la manipulación de la extrema derecha sobre las masas.
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